domingo, 28 de octubre de 2012

E.V.A


 

 

Manacor 26 de octubre 2012

Sr. Kike Maíllo                                                                                                                   (Director de la película E.V.A)

Me gustaría empezar esta carta con mi opinión sobre la película, ¿Sinceramente? No sé muy bien como explicar la sensación que me ha causado. Supongo que no esperaba que fuera así y eso ha hecho que el impacto causado sea mayor, para bien, claro está. Voy a intentar explicar lo que me ha transmitido la película citando una frase de Ortega y Gasset que me vino a la mente al ver el final; vivir es elegir, somos seres destinados a construir algo. La vida es elección.

Todos en un momento u otro de nuestra vida tomamos decisiones importantes (como la de dejar a Eva con vida o no) , nos pueden conducir al buen o al mal camino, pero recordando siempre que, todo es subjetivo y , por lo tanto depende de cada uno considerar una elección acertada o errónea.

También querría responder a la pregunta de; ¿realmente, es posible crear inteligencia emocional?

En mi opinión sí. Es posible que haya inteligencia emocional artificial. Para explicar y argumentar mi respuesta me basaré en el contenido de un artículo en el que se decía que:’’ las alegrías, gozos, risas diversiones, abatimientos, aflicciones y lamentaciones proceden del cerebro y de ningún otro sitio.’’ Y así, de una forma especial adquirimos sabiduría y conocimiento. Por tanto si el cerebro está conectado y funciona mediante descargas eléctricas entre neuronas, estas descargas podrían reproducirse también en el ‘’cerebro`’ de una máquina. Creando así inteligencia emocional artificial, pero sin ser del todo igual a los seres humanos ya que, para muchos, estamos compuestos por dos ‘’elementos’’, cuerpo y alma. Podemos reproducir las emociones en una máquina pero nunca, jamás, podremos crear esa energía a la que algunos llaman, alma.

 

Concluyo diciendo que a pesar que sea escalofriante, una máquina podría querer, sufrir, amar, sentir el dolor, el miedo, la alegría. La felicidad. Pero no sería un ser dualista. Estaría, en parte, vacío.

 

Atentamente, Carme Obrador Llull.

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