domingo, 16 de junio de 2013

La neolengua en la prensa actual


4. La guerra es la paz

La consigna del partido en el 1984 de Orwell es la guerra es la paz: un lema acorde con el Ministerio de la Paz, que sustituye al Ministerio de la Guerra o el Ministerio de la Verdad, donde el protagonista del libro se encarga de escribir la historia:
Oceanía estaba en guerra con Asia Oriental; Oceanía había estado siempre en guerra con Asia Oriental. Una gran parte de la literatura política de aquellos cinco años quedaba anticuada, absolutamente inservible. Documentos e informes de todas clases, periódicos, libros, folletos de propaganda, películas, bandas sonaras, fotografías... todo ellos tenía que ser rectificado a la velocidad del rayo (Orwell, 1995: 182).
Los paralelismos de lo descrito en el libro con la época actual son más que evidentes. Basta comprobar cómo el Islam dejó de ser un aliado de Estados Unidos en su batalla contra el comunismo para convertirse en el "enemigo" número uno de la sociedad occidental. Cosas similares podemos decir de China, la antigua Unión Soviética o diversos países de Centroamérica.
Evidentemente aquí se trata de una cuestión de política internacional, pero no podemos abstraernos de las asombrosas similitudes que hay entre el 1984 de Orwell y los primeros años del siglo XXI, donde la guerra contra el terrorismo sirve como excusa para limitar las libertades de la población en aras de la seguridad global, al igual que en la novela de Orwell, donde la permanente guerra –aunque con enemigos alternos– justifica el totalitarismo del Gran Hermano. La similitud es tal que se descubre además que el lenguaje es utilizado tanto en el Ingsoc como en la sociedad actual para hacer creer a la ciudadanía que la guerra asegurará la libertad, la seguridad y la democracia. Que estas afirmaciones las haga un gobierno o un partido político es comprensible, pero no que se realicen por los medios, siempre y cuando éstos fueran objetivos y neutrales. El problema lo encontramos tan pronto como descubrimos el seguidismo que se hace de la doctrina oficial y su lenguaje. Y es que la terminología que utilizan los gobiernos para definir determinados hechos o ideas se traslada miméticamente a los medios de comunicación, que con escaso pudor optan por repetir esos términos. Conocemos además, que el léxico utilizado para informar sobre un hecho tiene un valor esencial (Van Dijk 1995: 25). Tampoco hacen faltan muchos estudios para comprender que una idea, un acto o una persona puede ser calificada de muchas formas, atendiendo a los numerosos sinónimos de los que dispone cualquier lengua y, en nuestro caso, el idioma español.
Pero más allá de que todos los ministerios o departamentos se llamen de defensa –en lugar de guerra– existen palabras que no son ajenas a los lectores de cualquier periódico y que al final puede conseguir incluso que una sociedad determinada termine apoyando una guerra.
Con esos argumentos se recoge el papel de los medios de comunicación en conflictos como el de El Salvador y Nicaragua y otros países de Centroamérica, donde Noam Chomsky hace un estudio exhaustivo del tratamiento mediático realizado acorde con los intereses políticos del Gobierno estadounidense. Mirando un poco más atrás en el tiempo los EE.UU. calificaban de “aldeas estratégicas” los campos de concentración que creaban en Vietnam del Sur (Chomsky, 2005: 278).
Lo cierto es que ejemplos hay tantos como guerras o "conflictos armados" hay en el mundo. El interés de un país o una
determinada administración política va a marcar la línea de los medios de comunicación que se podrán sumar en masa a la defensa del Reino Unido en la guerra de las Malvinas o cubrir la guerra en Yugoslavia de una forma absolutamente errónea y parcial (Pizarroso, 2004: 31, 37-38). Y como es de esperar, la realidad termina por disiparse en acontecimientos difusos que se escriben una y otra vez según el interés que hay detrás:
Hay una guerra de Irak contada por los medios de comunicación occidentales y otra por los medios árabes. Hay una guerra de Irak interpretada por el Gobierno de Estados Unidos y otra por la mayoría de los Gobiernos de Europa. Existen diferentes guerras según la cuenten chiíes, suníes, kurdos, habitantes del norte, del centro o del sur de Irak, incluso del norte, del centro o del sur de Bagdad. En España hay una versión de la guerra de Irak, de su origen y sus efectos construida por la izquierda y otra por la derecha. (Caño, 2005)
5. Dos minutos de odio
Los minutos de odio de la novela de Orwell tienen como claro fin conseguir que la población se identifique con la doctrina del Partido y comparta el odio hacia el enemigo que, como podemos observar en el libro, cambia según discurre la guerra, con lo que la población tiene que cambiar el destinatario de su odio, pese a que en los ciudadanos no hay conciencia real de ese cambio (Orwell, 1995: 180-182). Los programas de los Dos Minutos de Odio variaban cada día, pero en ninguno de ellos dejaba de ser Goldstein el
protagonista. Era el traidor por excelencia, el que antes y más que nadie había manchado la pureza del Partido. [...] Él era un objeto de odio más constante que Eurasia o que Asia Oriental, ya que cuando Oceanía estaba en guerra con alguna de estas potencias, solía hallarse en paz con la otra. [...] A los treinta segundos no hacía falta fingir. Un éxtasis de miedo y venganza, un deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo, parecían recorrer a todos los presentes. (Orwell, 1995: 19-
21) Estos minutos provocan un odio que se materializa en actitudes racistas o xenófobas, excluyentes, discriminatorias contra personas de distinto sexo, religión, raza o nacionalidad. Así podemos recordar a los judíos de la Alemania nazi, la conspiración judeomasónica de la dictadura franquista, los troskistas de la Unión Soviética o los comunistas de la guerra fría son ahora los musulmanes del Occidente civilizado y democrático. En la actualidad, la utilización del fundamentalismo islámico se ha extendido tras los atentados del 11 de septiembre de forma generalizada y, en la mayor parte de las ocasiones, se ha cometido el error de englobar toda una religión, país, comunidad y corriente de pensamiento en el mismo término o en otros semejantes (Renold, 2003: 93-108).
Lo trágico es que el odio no necesita una guerra para manifestarse. De hecho, en las sociedades actuales, el racismo se ha consolidado como una lacra que debe ser atajada, pero que, sin embargo, se extiende a los medios de comunicación con una pasmosa presencia sin que nadie se percate de los mensajes nocivos y bordeando el delito que muchos hacen. Es evidente que el origen geográfico no origina el delito (Pablos, 1997: 86-88) por mucho que algunos medios se empeñen en considerar lo contrario y en recoger en titulares los delitos cometidos por extranjeros, y destacar en éstos la nacionalidad de los delincuentes, lo que no suele ocurrir cuando los presuntos autores del delito son nacionales o del mismo municipio o provincia que el diario en cuestión.
Y los otros pueden ser tus mismos ciudadanos, ni siquiera es necesario que vengan de fuera, basta con que no sigan la doctrina del partido. Por eso, en el 1984 de Orwell a los disidentes y los que no apoyan el estado se les castiga y se les difama públicamente.
Esta difamación pública podría ser el objetivo de “la fórmula del Valle del Mohawk” donde los otros, en este caso sindicalistas que se oponen al “estado de bienestar” en una comarca, terminan siendo víctimas de la propaganda corporativista.
(Chomsky 2005: 313-314). La idea de esta fórmula era básicamente movilizar a la comunidad contra los huelguistas y los activistas sindicales, presentando una imagen negativa que a día de hoy es habitual. Prácticamente es imposible encender la televisión sin verla. Desde que se experimentó en los años 30, esa imagen ha corrido a raudales. Y hasta el día de hoy, que las empresas y las grandes corporaciones marcan el desarrollo de la sociedad en dura o estrecha pugna con los estados.
Parece lógico considerar que con el fin de la guerra fría, sus enfrentamientos entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, se puso fin al mismo tiempo, a una no menos importante batalla entre el capitalismo y el socialismo. De esta forma, y tal y como auguró el pensador y político estadounidense Francis Fukuyuma en su obra El fin de la historia, ya no habría más ideologías. El capitalismo, en ese momento, según explican y argumentan muchos historiadores y sociólogos, pasó a llamarse globalización, adoptando así un término mucho más neutro y que no contenía la carga negativa que, para muchos, tenía el capitalismo. Y así se confirma la tendencia de las grandes y medianas corporaciones de suavizar su imagen,
recurriendo a la neolengua, para evitar ser acusadas de primar en exceso los intereses económicos por encima de los
intereses de sus trabajadores, empleados o asalariados.
La prueba del nuevo lenguaje usado por las empresas resulta más que evidente, con los recursos humanos a la cabeza, que sustituyen a los antiguos departamentos de personal o, de forma más habitual, los expedientes de regulación de empleo, que es tan sólo un mero eufemismo de la palabra despidos, que, como es obvio, no cuenta con la misma aceptación por parte de la opinión pública.
Es nuevamente Noam Chomsky el que hace un análisis bastante amplio de la propaganda corporativista, definiéndola como una "industria inmensa" que, entre otros, controla los medios de comunicación con el único fin de "controlar la mentalidad pública", es decir, "la mayor de las amenazas a las corporaciones desde el comienzo del siglo XX". (Chomsky 2005: 310).
Esto tiene una consecuencia más que evidente: los medios de comunicación, como grandes corporaciones y, a su vez,
defensoras de otras grandes corporaciones, lanzan mensajes de adhesión a los nuevos partidos y proclaman sin cesar las bondades de las empresas, países y sectores sociales. Mientras tanto, los otros, los destinatarios de los minutos de odio, son reflejados como los enemigos del estado del bienestar. Afortunadamente para una gran parte del mundo occidental los sótanos del Ministerio del Amor y la policía del pensamiento no existen, o eso dicen los medios de comunicación del Gran Hermano.
6. Conclusión
No es difícil llegar a la conclusión de que el lenguaje puede modelar el pensamiento humano. De hecho, ya partimos con esa premisa: el lenguaje se aprende de una forma natural y, con él, puesto que las palabras no son hechos abstractos y llevan aparejados unos contenidos, se van asimilando ideas o conceptos, hasta que todo el conjunto crea un pensamiento que es personal. Los debates en la lingüística están a la orden del día y aún existen discusiones acerca de si el pensamiento humano determina el lenguaje o si, por el contrario, el lenguaje es el que engloba y determina lo que el ser humano piensa.
El problema está quizás en palabras que no tienen una representación visual, como pudiera ser el caso de libertad,
democracia, justicia, o las referidas, como dijimos antes, a sentimientos o sensaciones. Sin embargo, hoy no se contempla, por ejemplo, la posibilidad de que exista una democracia que no tenga un parlamento o un congreso y, desde luego, podemos observar cómo se intenta expandir por Oriente medio un concepto de democracia occidental que choca con la población de esos países. Lo mismo podríamos aplicar a una multitud de términos que tienen una consideración distinta en cada país o incluso región y cuyo significado está determinado por los que están posesión de las palabras. Donde tampoco tiene que haber duda alguna es al comprobar cómo las personas terminan confluyendo sus pensamientos individuales. Es algo extraño pensar que el individuo, como ser único, elabora su propio pensamiento de forma aislada y posteriormente confluye con otros. Resultaría de esta manera muy extraordinario comprobar que palabras, esencialmente aquellas que no tienen un significado fijo o concreto –referidas especialmente a contenidos o conceptos abstractos e inmateriales–, tengan la misma representación conceptual en sujetos que no se conocen y cuyas vidas apenas tienen nada
que ver. Y la respuesta viene de la mano de van Dijk, con su mirada incisiva sobre las estrategias de manipulación, legitimación, creación de consenso y el resto de mecanismos discursivos que influyen en el pensamiento, lo que conlleva la adopción de una postura crítica y de oposición contra los que ocupan el poder y las elites, particularmente contra aquellos que abusan de su situación, como es el caso del protagonista de 1984, que se rebela contra ese poder y que, curiosamente, trabaja como encargado de adecuar las noticias ya existentes a las nuevas realidades como parte de su empleo de propagandista del sistema, en una especie de gabinete de prensa que cumple su función eficientemente. Las dudas están disipadas desde hace tiempo, puesto que, a pesar de que hay excepciones en las que el lenguaje surge de la calle y se extiende de forma incontrolada e imprevista, la mayoría de las palabras –especialmente las que pueden ser peligrosas para el Gran Hermano de Orwell– suelen tener unos significados concretos y bien definidos.
La utilización de tipos concretos de lenguaje con propósitos políticos forma parte de una larga tradición histórica en el
desarrollo humano y, para comprender cualquier sistema político, debemos comprender el significado creado por ese
sistema. En lugar de aceptar a ciegas el sentido, uso y verdad de los líderes políticos y las noticias, tenemos la obligación, como ciudadanos de un Estado democrático, de cuestionar, discutir y comprender el lenguaje que nos proporcionan quienesafirmar representar nuestros intereses. (Collins y Glober, 2003: 13)
La propuesta y la interpelación al individuo para que éste sea consciente del lenguaje que está asimilando no debe ser
pasada por alto. De lo que se trata es de ejercer una asimilación de la información de forma activa, es decir, que el sujeto sea consciente de lo que lee, escucha o ve por la televisión. La credibilidad que se otorga a los medios de comunicación como verdaderos y fieles transmisores de la realidad debe ser desterrada de forma inmediata. Tampoco se trata de afirmar que los medios mienten, pero sí de comprender que el lenguaje que se utiliza, con sus expresiones y términos, lleva aparejado unos conceptos que están estudiados para modelar y dirigir la sociedad en una dirección determinada.
Resulta tentador entrar, en este punto, a destacar algunos aspectos que se encuadrarían en el plano de la política o
sociología, pero no sería necesario, ya que el propósito no es desmitificar o criticar determinados sistemas políticos, sino comprobar que los medios de comunicación repiten una y otra vez un lenguaje que sí tiene un fin político. Aún así, sería necesario apuntar que no hay sistema político que no pretenda modelar las palabras y darles un concepto determinado –es prácticamente imposible–. Quizás, la única opción que le queda al individuo es aprender por sí mismo y comparar el lenguaje utilizado, con sus respectivos términos y expresiones, en distintos conceptos y épocas.

Y en este aspecto los medios de comunicación son los que deberían buscar esa objetividad y ser consecuentes con una terminología concreta, y no utilizarla tal y como hace un país o sujeto determinado. Los resultados serían estremecedores, ya que observaríamos cómo, por poner un ejemplo muy recurrente, los terroristas serían, según los diccionarios, los sujetos que cometen actos destinados a infundir terror. Sin embargo, tal y como son descritos por los medios, en algunos lugares y dependiendo del interés político, algunos sí son terroristas mientras que otros sujetos, con actos similares, no sólo no son calificados de tal forma, sino que pueden ser considerados como ejemplos para la ciudadanía. La solución a esta disfunción del lenguaje parece compleja, puesto que el idioma es algo vivo, que evoluciona cada día y que se enriquece o se empobrece –según las opiniones– con las diversas aportaciones que vienen de otros idiomas, de otros países o de distintos estratos sociales. Lo que no parece tan complejo es exigir a los medios que no caigan en el error de repetir el lenguaje que nos indica la fuente y, especialmente, cuando la fuente tiene la osadía de afirmar que está en posesión de la verdad. Posiblemente la única solución pasa por informar, dar los hechos, describir los acontecimientos y que sea el receptor de la información el que decida valorarla y aplicar los calificativos o términos que desee. Puede que sea posible, pero no parece sencillo.

martes, 4 de junio de 2013

La civilización transformada en barbarie

GOYTISOLO Y GOLDING: LA CIVILIZACIÓN TRANSFORMADA EN LA BARBARIE
ELIZABETH S. ROGERS
        Es interesante notar que dos escritores de distintas  culturas nacionales dentro del espacio de un año han examinado en forma novelística semejantes problemas humanos con historias bastante paralelas. Señor de las moscas(1954) del inglés William Golding, es, entre otras cosas, la respuesta posguerra mundial al clásico cuento infantil de R. M. Ballantyne La isla de coral, mientras que Dueloen el Paraíso (1955) es el posible resultado de las experiencias juveniles de Juan Goytisolo durante la guerra civilespañola.1
         El argumento básico de las dos obras es el siguiente. Como resultado de una guerra, un grupo de jóvenes se encuentra físicamente separado del resto del mundo. Gozan de su nueva libertad fuera del control de los adultos y establecen su propio tipo de reglas sociales. En Señor de las moscas escogen una democracia pero muy rápidamente se desintegra en una dictadura. En Duelo en el Paraíso se ve una dictadura desde el principio. Curiosamente el resultado es igual: comportamiento primitivo y violento de parte de los jóvenes que resulta en horrendos asesinatos. Al fin el mundo civilizado de los adultos en la forma irónica de los militares salvan a los muchachos de sí mismos.
Personajes y cambios de conducta
        En Señor de las moscas cuatro personajes son centrales a la acción: Ralph, Piggy, Jack y Simón. Ralph es el elegido líder de un grupo de muchachos ingleses que sobreviven un aterrizaje en una deshabitada isla tropical. El desesperadamente trata de cumplir su responsabilidad y dirigir los esfuerzos del grupo para sobrevivir y eventualmente para su rescate. Le ayuda Piggy, un muchacho gordo y asmático que simboliza la lógica y el pensamiento racional en la novela. Los dos, Ralph y Piggy, se hallan débiles en contraste con Jack, el jefe de los niños de coro. Jack es arrogante, valeroso y envidioso de ser el líder del grupo entero. Acepta con dificultad la selección de Ralph, y Ralph astutamente le nombra su ayudante, dándole a él y a su grupo la responsabilidad de mantener el fuego de señales. Poco a poco decae la organización y se define el conflicto entre Ralph y Jack. Mientras el poder y la influencia de Jack crecen, él atrae a sí mismo a más y más jóvenes por miedo y por la animación de la caza. Las súplicas de Ralph por comportamiento responsable—es decir: guardar el fuego, construir cubiertos, obedecer las reglas—no tienen efecto. Al tener buen éxito en la caza, toda la actividad constructiva cesa. Olvidan el fuego, las inhibiciones desaparecen, y debajo de una máscara de pintura guerrera los muchachos se convierten en seres primitivos y salvajes. Lo que contribuye a esta transformación es el miedo de lo desconocido, la Bestia. Este miedo se ha extendido de ser un asunto de pesadilla a una realidad aceptada, aceptada por todos salvo Ralph, Piggy y Simón. Convencido de la existencia de la Bestia y, por eso, de su poder, Jack juzga que es apropiado que le ofrezcan una propiciación a la Bestia. Así coloca en un palo la cabeza de un cerdo sacrificado. Es esta cabeza que da origen al título, Señor de las moscas.
 Jack emplea este artificio para resguardarse del miedo de lo desconocido y al mismo tiempo fomentarlo. La ofrenda es en efecto un reconocimiento de la maldad; la Bestia tiene que ser apaciguado.
        El cuarto joven, Simón, es un visionario. Es él, muy temprano en la novela quien sugiere que la Bestia es tal vez "solamente nosotros." Cuando por fin todos ven la Bestia y huyen, es Simón quien se decide a investigar. Al subir la montaña se encuentra con la cabeza enjambrada de moscas, y en un estado hipnótico experimenta una conversación con la cabeza que corrobora sus sospechas:
        Cuando Simón llega a la cima, descubre que la Bestia no es más que el cadáver de un paracaidista y vuelve a decirles a los otros que no hay nada que temer. En la oscuridad el grupo toma a Simón por la Bestia y lo mata.
        Mientras aumenta el conflicto entre Jack y Ralph, Piggy también es matado por el grupo y cuando se termina la novela los muchachos están cazando a Ralph, la única voz de la razón y la única competencia que les queda. El es salvado de la muerte segura por la llegada de un crucero naval.
        En cuanto a los personajes de Duelo en el Paraíso, el protagonista es Abel Sorzano, chico de doce años y huérfano de padres muertos en la guerra civil. Es asi víctima de los tiempos y producto de un ambiente guerrero donde "los símbolos perdían su valor y no quedaba más que eso: el hombre, reducido a sus huesos y a su piel, sin nada extra- 624ño que lo valorizara."
 Abel viene a vivir en una finca decaída, irónicamente nombrada El Paraíso, con su medio loca tía abuela Estanislaa cuyos propios hijos murieron desde hace unos anos. Aquí Abel tiene contacto con los muchachos refugiados de una escuela cercana.  Los refugiados bajo su líder el Arquero, imitando las acciones de los adultos guerreros, finalmente ejecutan a Abel como traidor.
Abel es comparable a Piggy y Ralph en unos aspectos. Como Piggy, es huérfano y ha vivido con una tía. Y como Piggy es un ser desechado, nunca aceptado por el grupo total que lo destruye. Respecto a Ralph, es víctima de las circunstancias, traicionado por los muchachos que proponen su muerte.
Se pueden encontrar semejanzas también entre Abel y Simón. Los dos son víctimas de asesinatos brutales Simón en una orgía subhumana, Abel en un juicio burlado. Las dos muertes resultan de acciones bárbaras sin sentido.

Por otra parte, los antagonistas Jack y el Arquero demuestran que el poder de personalidad y fuerza gana sobre la inteligencia y la razón en el éxito de un líder. Los dos son agresivos y físicamente fuertes, y pueden imponer su voluntad, encargándose del grupo por miedo y fuerza brutal. Estas dos figuras autoritarias son últimamente arrogantes, amorales, sanguinarios y sin escrúpulos. Cada uno establece reglas que todos deben obedecer bajo la amenaza del castigo. Jack, deseoso de ser líder de una tribu, los disciplina como cazadores. El Arquero convierte a su grupo en un ejército de soldados con el fin de establecer una utopía, una ciudad de muchachos donde serían libres y no obedecerían jamás a nadie. Como en todos los casos del despotismo, la acción se emplea por sí, basándose en miedo, pasión, sangre y violencia. Es Jack que dirige en la eliminación de toda la competencia y es el Arquero mismo, después de acusar, juzgar, y condenar a Abel, el que lo ejecuta con una bala en la sien. Así es que la figura despótica tiene éxito y las fuerzas de la razón y la lógica quedan eliminadas en el proceso. 

domingo, 26 de mayo de 2013

¿Cómo ha afectado la discusión a mi comprensión de la obra?

      Nunca me había planteado la cuestión de cómo una obra había cambiado algo en mí, de cómo me había hecho pensar de manera diferente o ver algo que antes no había visto.
         Me he dado cuenta que la obra de Süskind me ha llevado a reflexionar y a pensar que realmente estamos influidos por la sociedad que nos rodea. En este caso el autor nos ha permitido al largo de la obra ver e indagar en aquello que nos hace plenamente humanos y a su vez, reconocibles a nuestros semejantes. Y es aquí cuando pensé, realmente, nunca me había dado cuenta de cómo es de importante el olor, utilizamos muchísimos productos, para, de alguna manera, camuflar parte de nuestra propia esencia. Puede que lo hagamos inconscientemente y por ello digo que estamos influenciados por nuestro entorno. Esto son acciones que ya desde pequeño nos inculcan, acciones que en muchas ocasiones hacemos porque otros las hacen. 
         La sociedad, el lugar donde vivimos, de donde venimos, adonde vamos. En este caso, París. ¿Por qué en París? Porque, era y es considerada la cuna de los perfumes y eso nos permite reconocer la manera en que nos ha presentado la acción el autor, la manera más perfecta y a su vez, antitética. La que nos permite oler sin ser olido, guiarnos por lo intangible, Grenouille y su don, la perfección de la ciudad en comparación con los propósitos de uno de sus habitantes; amor, odio, asco, belleza. El espacio y el tiempo que entrevemos a lo largo de la obra, le dan algo muy peculiar que tan solo un verdadero creador, podría conseguir. El creador de la psicología de sus personajes, el creador de una historia, y de aquello que ha llegado a nosotros mediante el arte, el arte de crear, y cambiar.
         Todo ello es causado, provocado y creado por palabras. Las sensaciones, emociones y experiencias que hemos vivido a lo largo de la obra han sido transmitidas por ellas mismas a través de lo negro sobre blanco, del don que puede manipular al ser humano; las palabras. Alguna vez he oído; ‘’ quien domina las palabras, domina al ser humano’’ y, en cierta manera, puede que sea así. El arte de saber hablar, escribir y a su vez leer y escuchar para luego, con todo ello, crear la combinación más perfecta de todas, la que uno mismo le da a su propia vida a través, de su propio don.
 

miércoles, 22 de mayo de 2013

La sentencia como acto de amor



Resumen
La sentencia puede ser un acto de amor. Debe, no obstante, contener la noción de
alteridad y estructurarse con base en la narración. Justicia sin amor es poco humana
y solamente instrumental, una vez que se distancia de la solidaridad y se funda en el
egoísmo. La poesía puede contribuir para que se entienda el lado humano de la Justicia.

Introito
La sentencia puede ser un acto de amor, pero antes que todo debe también acoger la noción de alteridad y estructurarse en base a la narración. La vida de un hombre sin amor es la subsistencia de un alma sin historia, la versificación de un poema sin metáforas,la argumentación de un proceso sin personajes. La justicia sin amor tiene poco de humana y es fríamente instrumental, porque rechaza la solidaridad y se afianza en el mero egoísmo. Aquí un conjunto de poemas desde la justicia, que devotamente se entregan al estilo de un aplicado cronopio.

La Justicia de la alteridad

Muchos consideraban a Jean-Baptiste Grenouille como un monstruo, porque carecía de todo tipo de aroma y no albergaba en su corazón ninguna clase de sentimiento, por lo que su único objetivo en la vida consistirá en fabricarse un perfume que lo dote de aquél atributo humano del cual estaba desprovisto. Esta es la trama de la novela El Perfume, del escritor Patrick Süskind (1993, p. 223), que nos permite indagar sobre aquello que nos convierte en seres humanos y nos hace reconocibles entre nuestros semejantes. ¿Acaso la metáfora de un hombre sin aroma puede revelarnos la necesidad de una justicia de la diferencia? Lo cierto es que la pretensión de Grenouille esconde la exigencia de mayor humanidad en un mundo completamente deshumanizado, la urgencia de amor en un sistema plagado de injusticias, y la reconfiguración de las sentencias a partir del reconocimiento de la vida. Para Ricoeur (1997, p. 14) la virtud de la justicia se establece a partir de una distancia con el otro, tan originaria como la relación de proximidad ofrecida en su rostro y en su voz, acaso también en su aroma; por lo que el lugar filosófico de lo justo se encuentra en el deseo de una vida lograda con y para los otros en medio de instituciones justas. De esta forma, según este filósofo, es necesario entablar una dimensión dialógica entre el sí mismo y el otro a través de la institución encarnada en el personaje del juez, y cuyo propósito no es instaurar lo bueno ni lo legal, sino lo equitativo en situaciones de conflicto (Ricoeur, 1997, p. 26). Así la justicia viene ligada al deseo integral de vivir bien con respeto a los derechos de los demás y considerando al otro como un ser humano igual a uno mismo y susceptible de ser juzgado por la justicia no con los ojos vendados, sino plenamente conciente de que se trata de una persona que merece ser tratada con dignidad y respeto a sus derechos. El ingreso a la alteridad permite reconstruir el tejido roto de la justicia con la sociedad, de las instituciones con el hombre común, de los sentimientos del juez en relación con las partes, para develar el trasfondo profundamente autoritario a que responde la justicia sin rostro de los tribunales contemporáneos. En estas circunstancias no es entonces casual encontrar criminales sin olor, víctimas sin voz, litigantes sin alma, todos ellos exigiendo unánimemente un poco de sensibilidad y quizás algo de comprensión a sus dramas personales. La metáfora de un hombre sin olor es en gran medida menos dramática a la de un juez sin corazón.

miércoles, 15 de mayo de 2013

''La naranja mecánica''


La distopía en La naranja mecánica

         Definimos distopía como; sociedad consecuente de tendencias sociales actuales y que llevan a situaciones que se consideran indeseables. El término fue acuñado como antónimo de utopía.
         En su propio título ya vemos que se refleja una especie de crítica del comportamiento o de la sociedad que se presenta en la película ‘’La naranja mecánica’’, refiriéndose a la presencia de una maldad tan extrema que es capaz de subvertir la naturaleza.
         Pasando a la película, a la historia, vemos como presenta una sociedad en la que los vicios se han exagerado, una sociedad llena de criminales sin corazón, sin piedad, que solo tienen un objetivo en su vida; cumplir todos sus deseos, sea cual sea su precio. El protagonista no es sino víctima de un aspecto muy importante de la distopía a la que da lugar la película, la falta de libre albedrío, la falta de elección, la pérdida de esta mediante técnicas que destruyen la voluntad del hombre. Podríamos hablar a su vez de la represión que ejercen los órganos de la sociedad en la película, de los órganos de represión como tales.
“La Naranja Mecánica” es el reflejo sarcástico e irónico de cómo los países entrenan criminales para mantener el orden en la sociedad, tomando la palabra “orden” como la castración de la creatividad y a su vez, del libre albedrío.  
Podemos apreciar la metáfora final como si el autor hubiera querido hacer ver que a pesar de todos los esfuerzos, la naturaleza humana siempre sigue un curso y llega a su fin, sea cual sea este, y este mismo es el que nace de cada uno y es el que nosotros mismos implantamos en nuestra sociedad.  

martes, 23 de abril de 2013

Mi experiencia onírica


  Si en el primer acto de la obra Calderón presenta a los personajes principales, Segismundo y Rosaura, y su doble conflicto — la pérdida de la libertad por decreto del rey Basilio y la recuperación del honor perdido de la hija de Clotaldo— es al final del segundo y en el tercero en los que la imagen funciona como recurso dramático y, al mismo tiempo, como motivo literario que incita a la reflexión filosófica. El acto III, desarrolla la lección moral de la comedia: la razón debe triunfar sobre las pasiones.

  Quien se guía por las apariencias cae en el error; quien es capaz de confiar en su entendimiento, confía en la recta razón y puede desarrollar la constancia necesaria para sobrevivir a la manera del sabio estoico. El aprendizaje de Segismundo se articula en este reconocimiento de la falsedad de la opinión, y en la aceptación de la suprema autoridad y bondad de la verdad. Desde una visión neoestoica se habría argumentado en la época que el rey Basilio fue culpable de mayor error que Segismundo, Basilio descuida la educación del príncipe, olvidando que todo ser humano debe estar preparado para enfrentar la vida, mundo de los principios de una moral individual, sin la cual no es posible actuar sensatamente en la sociedad. 

   La proyección política de La vida es sueño habría sido percibida en la época a través de la representación dramática de la total ausencia de diálogo del monarca con su legítimo heredero, actitud insensata que sin duda pronosticaba, más certeramente que las estrellas, que Segismundo sería incapaz de funcionar en el teatro social, porque no se le había enseñado el arte de prudencia que debía gobernar la conducta de todo buen rey. 

  El camino a la prudencia es la sabiduría, que se obtiene, sin duda, a través de las letras. Sólo el verdadero sapiens, modelo ideal que Séneca y otros estoicos querían que gobernase la vida de los que educaban, es capaz de reconocer la fantasía de los sentidos, vencer las pasiones y entregarse al ejercicio de una vida virtuosa y, si es gobernante, al de la acción política. Por tanto, las quejas de Segismundo, aunque también muestran la soberbia incontrolada que lo domina, revelan al mismo tiempo que Basilio no había cumplido con su deber.

  Al final del segundo acto vemos que dice: 
 Segismundo, que aún en sueños
 no se pierde el hacer bien .

  Esto construye en perfecto diálogo con las teorías neoestoicas cristianas. El monólogo demuestra que Segismundo duda de la autenticidad de lo que no había considerado sueño el día pasado en palacio. Por tanto, «la experiencia le enseña» que «el hombre que vive, sueña/ lo que es hasta despertar». En la economía del drama calderoniano, esta experiencia del engaño y el subsiguiente desengaño, constituyen los primeros pasos del aprendizaje del dominio de sus emociones, y la requerida prudencia.
  Motivo reiterado en la literatura moral y satírica del siglo xvii, el concepto de desengaño estaba íntimamente ligado a la teoría del conocimiento de los estoicos. En este discurso filosófico, representaba el paso en el que la mente, la razón, rechazaba las apariencias falaces de las cosas. Cervantes hace decir, por tanto, a Don Quijote en la aventura de las Cortes de la muerte.

  Vemos personificado el mismo Desengaño en figura alegórica, ya que será el nombre del viejo arrugado de «El mundo por dentro» de Quevedo, sátira compuesta hacia 1612 pero publicada con otros cuatro Sueños y discursos en 1627. Su función es reírse de la ingenuidad de un sujeto que se deja embaucar por los tipos y situaciones con los que se topa en la calle mayor del mundo, que se llama, dice, Hipocresía. Esta es la función que cumple el sueño mismo en la comedia calderoniana, con el que Segismundo aprende que el rey sólo sueña que es rey, que su poder y el aplauso que recibe es «prestado, en el viento escribe/ y en cenizas le convierte la muerte». Que el rico sólo sueña con su riqueza, y que en conclusión «todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende».


  Continuamos nuestra presentación diciendo que, la vida es una comedia decían los viejos estoicos, y así Epicteto; el mundo, un teatro; los hombres, representantes.

  La metáfora que relacionaba las imágenes oníricas con las escenas de una obra teatral era obviamente tópica, pero no por ello menos sugerente. La leemos en un temprano soneto amoroso de Góngora, que es, a la vez, imitación de una poesía de Torquato Tasso: «el sueño (autor de representaciones)/ en su teatro, sobre el viento armado,/ sombras suele vestir de bulto bello».

  Como habían enseñado Artemidoro y Macrobio, había que buscar el origen de esos sueños en los vanos pensamientos que angustiaban al hombre despierto y así lo afirmaba Góngora en el primer cuarteto.

  En La vida es sueño, la lección ética corona la trayectoria de Segismundo.


  Más aún, insiste, lo importante es obrar bien, que no debe perderse «ni aun entre sueños». Hasta el final de este tercer acto, Segismundo irá reiterando lo aprendido de su maestro, el sueño: sus temores y dudas, su voluntad de cambio.

  Entretanto, Segismundo reconoce que si la vida es ficción imaginada, tan breve que desaparece antes de que quien la vive se percate, puede afirmarse que es sueño, como también había declarado Quevedo.

  La vida es sueño, como sabemos, fue la comedia de Calderón que más ediciones, traducciones, refundiciones e imitaciones tuvo entre 1647 y 1781 en Alemania, los Países Bajos, Francia e Italia. Más allá de su evidente eficacia artística, parece plausible suponer que contribuyó asimismo a su popularidad el hecho de que la tópica sobre la que Calderón había construido su obra cifraba las inquietudes ideológicas de los hombres educados de aquellos tiempos.

  Concluyo estas reflexiones sobre la metáfora de La vida es sueño y sus reverberaciones neoestoicas, retornando a Borges, esta vez para citar unas frases pronunciadas en un ciclo de conferencias dedicadas a la imaginación onírica, una de sus obsesiones ideológicas. Borges permitió que se publicaran en una colección que llevaba el título Siete noches.

  Para el salvaje o para el niño los sueños son un episodio de la vigilia, para los poetas y los místicos no es imposible que toda la vigilia sea un sueño. Esto lo dice, de modo seco y lacónico, Calderón: «la vida es sueño». Y lo dice, ya con una imagen, Shakespeare: «estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños»; y espléndidamente, lo dice el poeta austríaco Walter von der Vogelweide, quien se pregunta (lo diré en mi mal alemán primero y luego en mi mejor español): «Ist es mei Leben geträumt oder ist es wahr?» «¿He soñado mi vida, o fue un sueño?». No está seguro.

domingo, 14 de abril de 2013

Playing for a change





    Hemos tenido la oportunidad de escuchar 4 canciones relacionadas con la iniciativa de, educar para el cambio y aprender de ellas, aprender mediante su interpretación, la que cada uno les ha dado y con ello, tal vez reflejamos, lo que cada uno quiere aprender. Debemos ser conscientes de que ese cambio del que habla  depende de todos y cada uno de nosotros, asumámoslo, podemos conseguir lo que queramos, pero como las canciones, al menos a mí, me han transmitido, debemos hacerlo, intentarlo, partiendo de una serie de pilares, de principios y compartiendo nuestra propia cultura e ideas. Esos pilares, al igual que las canciones, habrán sido interpretados de maneras muy diferentes y nos habrán llegado de maneras distintas. Cada canción, como cada persona aporta o puede aportar muchas cosas al mundo, no todas ellas serán las mismas. La diversidad de ideas, de conocimientos de maneras de ser… Aporta tal riqueza al mundo que debe considerarse como un tesoro, las diferencias, en parte mantienen esas ganas de vivir, de conocer, de crecer. Aspectos que en las canciones vemos reflejados; esperanza, alegría, fuerza, entusiasmo, emoción y por encima de todo cooperación y energía. Y tal vez quieran aportar exactamente eso; energía, para luchar. Cooperación, para hacerlo juntos. 
     Las canciones pueden hablarnos por si solas, el título ya lo hace; naturaleza, tranquilidad, esperanza, todo se repite, siempre es lo mismo, pero al fin y al cabo ese todo depende de nosotros. Tenemos la capacidad para conectar con nuestro mundo, aprovechémosla, demostremos que sabemos usarla, que somos capaces de superar obstáculos, de ir más allá, hasta donde deseemos, hasta donde nuestra imaginación, esperanza o fuerza, llegue, hasta donde la llevemos.  

martes, 12 de marzo de 2013

Poesía de Juan Ramón en la poesía de Pedro Salinas




Poesía de Juan Ramón en la poesía de Pedro Salinas

Juan Ramón, ejerció un magisterio, en distintos niveles, en la generación poética del 27.
         Juan Ramón fue, de alguna manera, un mentor poético de la mayor parte de los poetas del 27, les canalizó, les enseñó el camino de una poesía pura, muy personal, y que suponía un compromiso diario con el quehacer poético del que Salinas y Guillén fueron, tal vez, sus discípulos más aventajados.

         Voy simplemente a exponer algunos ejemplos de ambos poetas, que al emparejarlos en lo que de común o de dispar puedan tener susciten la posibilidad de una influencia o simplemente, con mayor humildad crítica, de una presencia de J.R. En el mundo poético saliniano.

Empezaré por recordar que ambos autores se dedicaron una fraternal amistad, un cordial trato, del que han quedado algunos testimonios.

         Sabemos que J.R. Ordenó el contenido de Presagios y hasta desechó algún texto del manuscrito que no juzgó oportuno.
También Salinas correspondió dedicando inteligentes páginas críticas a la poesía de J.R y a su problemático poema Vino, primero, pura. Durante esta presentación voy a establecer la relación entre estos dos artistas mediante la presencia que existe de uno en otro en una faceta de la poesía amorosa, la amada dormida y el amante contemplador y meditativo ante ella, en la que Salinas parece reflejar lecturas memorizadas de J. R.
Cuatro textos (tres del Diario) encontramos en J.R que se construyen sobre esa situación base: la amada dormida y el amante, en vela y ansiado de entrar en ese sueño, por donde la amada se escapa. Son textos entre sí diversos, pero que en conjunto nos dan una serie de elementos poéticos que Salinas coordinó y reelaboró en un bello poema de Razón de Amor que se construye sobre la análoga base inicial.
En el primer texto, el yo lírico ausculta el ser de la amada, y a través de su voz en latido el yo lírico llega hasta a intuir la última verdad de cuanto le rodea, en su plano, y aún en un plano superior.
Tierra y cielo se unen en ese bucear humano por l pecho abierto de la mujer amada. La mujer dormida se transforma en J.R en un símbolo de plenitud.
El segundo poema juanramoniano parte de una situación análoga en los amantes: separados por el sueño. Pero ahora el ensueño adquiere para el amante desvelado unos atices algo distintos a los anteriores. El ensueño es el mudo refugio particular de la amada, donde él no puede penetrar, y al que acaba temiendo.
En el tercer poema la situación base se repite: lo podemos decir con los cuatro primeros versos del poema:
Ahora, que estás dormida,/puedo, solo, adorarte,/sin serme, con tu parte/mi fe correspondida.
El poeta es consciente de que a lo único que puede acercarse es a contemplar las huellas de ese sueño en el rostro de la amada.
Pero el ansia del amante no queda sólo en eso, con su amoroso contemplar podría, tal vez, anegarse en ese sueño, precipitarse sobre su agua (la imagen del sueño = estanque) hasta hacerse también sueño y paz.
Duerme que así me abismo
En tu amor sordo, ciego
Mudo para mi ruego
Cual si fueras Dios mismo… (se diviniza a la amada)
Por último, en el cuarto poema mencionado, encontramos cierta evolución entre el primer poema  seleccionado y este, al observar sintagmas como ‘’me echo en tu alma’’ que ha evolucionado hasta el presente ‘’ me asomé a tu dormir’’, se aproxima bastante a la fórmula empleada en el caso de Salinas: estoy al borde mismo de tu sueño.
J. R. pretende descubrir, inclinado sobre la amada dormida, quieta como un estanque de aguas transparentes, o que creía transparentes, la verdad interior, más profunda de esa amada. 
Veamos los distintos elementos significativos y constructivos que hemos ido encontrando:
a)    en todos se parte de la misma situación, ella dormida, el en vela, contemplando su sueño.
b)   el amante quiere penetrar, con cierto miedo en ese mundo que le es ajeno. Dice Salinas:

Si diera
Un paso más, caería
En sus ondas, rompiéndolo
Como un cristal.

c)    De J.R. puede proceder esa imagen de la amada dormida como estanque o río de agua quieta, a cuyo borde u orilla se asoma el amante, como un temeroso Narciso. Por otra parte la metáfora agua descansada aplicada a la mujer es reiterativa en Salinas.
d)   Ambos autores han deparado, en su transformar una realidad metaforizada en lenguaje poético, en el rítmico respirar de la durmiente. Es una constante de J.R. a Salinas.
e)   También en ambos poetas ese rasgo fisiológico es el punto de contacto con el mudo de esta orilla de la que, en el reino de su sueño, deambula por otras orillas, difíciles de compartir para el amante.
f)    Ese sueño de la amada tiene un doble significado. Por un lado refleja la amada que creemos conocer. Salinas lo dice muy claramente, el sueño se amolda sobre la amada como una coraza ingrávida, antes, había llegado a la misma intuición poética J.R.
Tanto uno como otro busca la misma conclusión positiva, el yo lírico despierto, vigilante, quiere alzarse hasta ese sueño de la amada y acompañarlo.

Encontramos un ejemplo en el que J.R fracasaba al querer adentrarse en ese sueño de la amada: pero, me ahogué en tu sueño.
En cambio Salinas, buceador siempre de los yo profundos de la amada, logra cruzar la laguna de ese soñar con la misma barca que la mujer, su propio sueño:
Tú dormida, yo en vela,
Hacíamos lo mismo.
No había que buscar:
Tu sueño era mi sueño.