miércoles, 13 de marzo de 2013
martes, 12 de marzo de 2013
Poesía de Juan Ramón en la poesía de Pedro Salinas
Poesía de Juan Ramón en la poesía de Pedro Salinas
Juan
Ramón, ejerció un magisterio, en distintos niveles, en la generación poética
del 27.
Juan Ramón fue, de alguna manera, un
mentor poético de la mayor parte de los poetas del 27, les canalizó, les enseñó
el camino de una poesía pura, muy personal, y que suponía un compromiso diario
con el quehacer poético del que Salinas y Guillén fueron, tal vez, sus
discípulos más aventajados.
Voy simplemente a exponer algunos
ejemplos de ambos poetas, que al emparejarlos en lo que de común o de dispar
puedan tener susciten la posibilidad de una influencia o simplemente, con mayor
humildad crítica, de una presencia de J.R. En el mundo poético saliniano.
Empezaré
por recordar que ambos autores se dedicaron una fraternal amistad, un cordial
trato, del que han quedado algunos testimonios.
Sabemos que J.R. Ordenó el contenido de
Presagios y hasta desechó algún texto del manuscrito que no juzgó oportuno.
También Salinas
correspondió dedicando inteligentes páginas críticas a la poesía de J.R y a su
problemático poema Vino, primero, pura. Durante
esta presentación voy a establecer la relación entre estos dos artistas
mediante la presencia que existe de uno en otro en una faceta de la poesía
amorosa, la amada dormida y el amante contemplador y meditativo ante ella, en
la que Salinas parece reflejar lecturas memorizadas de J. R.
Cuatro textos (tres del
Diario) encontramos en J.R que se construyen sobre esa situación base: la amada
dormida y el amante, en vela y ansiado de entrar en ese sueño, por donde la
amada se escapa. Son textos entre sí diversos, pero que en conjunto nos dan una
serie de elementos poéticos que Salinas coordinó y reelaboró en un bello poema
de Razón de Amor que se construye sobre la análoga base inicial.
En el primer texto, el
yo lírico ausculta el ser de la amada, y a través de su voz en latido el yo
lírico llega hasta a intuir la última verdad de cuanto le rodea, en su plano, y
aún en un plano superior.
Tierra y cielo se unen
en ese bucear humano por l pecho abierto de la mujer amada. La mujer dormida se
transforma en J.R en un símbolo de plenitud.
El segundo poema
juanramoniano parte de una situación análoga en los amantes: separados por el
sueño. Pero ahora el ensueño adquiere para el amante desvelado unos atices algo
distintos a los anteriores. El ensueño es el mudo refugio particular de la
amada, donde él no puede penetrar, y al que acaba temiendo.
En el tercer poema la
situación base se repite: lo podemos decir con los cuatro primeros versos del
poema:
Ahora, que estás dormida,/puedo, solo,
adorarte,/sin serme, con tu parte/mi fe correspondida.
El poeta es consciente
de que a lo único que puede acercarse es a contemplar las huellas de ese sueño
en el rostro de la amada.
Pero el ansia del
amante no queda sólo en eso, con su amoroso contemplar podría, tal vez,
anegarse en ese sueño, precipitarse sobre su agua (la imagen del sueño =
estanque) hasta hacerse también sueño y paz.
Duerme que así me
abismo
En tu amor sordo, ciego
Mudo para mi ruego
Cual si fueras Dios
mismo… (se diviniza a la amada)
Por último, en el
cuarto poema mencionado, encontramos cierta evolución entre el primer
poema seleccionado y este, al observar
sintagmas como ‘’me echo en tu alma’’ que ha evolucionado hasta el presente ‘’
me asomé a tu dormir’’, se aproxima bastante a la fórmula empleada en el caso
de Salinas: estoy al borde mismo de tu
sueño.
J. R. pretende
descubrir, inclinado sobre la amada dormida, quieta como un estanque de aguas
transparentes, o que creía transparentes, la verdad interior, más profunda de esa
amada.
Veamos los distintos
elementos significativos y constructivos que hemos ido encontrando:
a)
en todos se
parte de la misma situación, ella dormida, el en vela, contemplando su sueño.
b)
el amante
quiere penetrar, con cierto miedo en ese mundo que le es ajeno. Dice Salinas:
Si
diera
Un
paso más, caería
En sus
ondas, rompiéndolo
Como
un cristal.
c)
De J.R.
puede proceder esa imagen de la amada dormida como estanque o río de agua
quieta, a cuyo borde u orilla se asoma el amante, como un temeroso Narciso. Por
otra parte la metáfora agua descansada aplicada a la mujer es reiterativa en
Salinas.
d)
Ambos
autores han deparado, en su transformar una realidad metaforizada en lenguaje
poético, en el rítmico respirar de la durmiente. Es una constante de J.R. a
Salinas.
e)
También en
ambos poetas ese rasgo fisiológico es el punto de contacto con el mudo de esta
orilla de la que, en el reino de su sueño, deambula por otras orillas,
difíciles de compartir para el amante.
f)
Ese sueño
de la amada tiene un doble significado. Por un lado refleja la amada que
creemos conocer. Salinas lo dice muy claramente, el sueño se amolda sobre la
amada como una coraza ingrávida, antes, había llegado a la misma intuición
poética J.R.
Tanto
uno como otro busca la misma conclusión positiva, el yo lírico despierto,
vigilante, quiere alzarse hasta ese sueño de la amada y acompañarlo.
Encontramos
un ejemplo en el que J.R fracasaba al querer adentrarse en ese sueño de la
amada: pero, me ahogué en tu sueño.
En
cambio Salinas, buceador siempre de los yo profundos de la amada, logra cruzar
la laguna de ese soñar con la misma barca que la mujer, su propio sueño:
Tú
dormida, yo en vela,
Hacíamos
lo mismo.
No
había que buscar:
Tu
sueño era mi sueño.
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