martes, 23 de abril de 2013

Mi experiencia onírica


  Si en el primer acto de la obra Calderón presenta a los personajes principales, Segismundo y Rosaura, y su doble conflicto — la pérdida de la libertad por decreto del rey Basilio y la recuperación del honor perdido de la hija de Clotaldo— es al final del segundo y en el tercero en los que la imagen funciona como recurso dramático y, al mismo tiempo, como motivo literario que incita a la reflexión filosófica. El acto III, desarrolla la lección moral de la comedia: la razón debe triunfar sobre las pasiones.

  Quien se guía por las apariencias cae en el error; quien es capaz de confiar en su entendimiento, confía en la recta razón y puede desarrollar la constancia necesaria para sobrevivir a la manera del sabio estoico. El aprendizaje de Segismundo se articula en este reconocimiento de la falsedad de la opinión, y en la aceptación de la suprema autoridad y bondad de la verdad. Desde una visión neoestoica se habría argumentado en la época que el rey Basilio fue culpable de mayor error que Segismundo, Basilio descuida la educación del príncipe, olvidando que todo ser humano debe estar preparado para enfrentar la vida, mundo de los principios de una moral individual, sin la cual no es posible actuar sensatamente en la sociedad. 

   La proyección política de La vida es sueño habría sido percibida en la época a través de la representación dramática de la total ausencia de diálogo del monarca con su legítimo heredero, actitud insensata que sin duda pronosticaba, más certeramente que las estrellas, que Segismundo sería incapaz de funcionar en el teatro social, porque no se le había enseñado el arte de prudencia que debía gobernar la conducta de todo buen rey. 

  El camino a la prudencia es la sabiduría, que se obtiene, sin duda, a través de las letras. Sólo el verdadero sapiens, modelo ideal que Séneca y otros estoicos querían que gobernase la vida de los que educaban, es capaz de reconocer la fantasía de los sentidos, vencer las pasiones y entregarse al ejercicio de una vida virtuosa y, si es gobernante, al de la acción política. Por tanto, las quejas de Segismundo, aunque también muestran la soberbia incontrolada que lo domina, revelan al mismo tiempo que Basilio no había cumplido con su deber.

  Al final del segundo acto vemos que dice: 
 Segismundo, que aún en sueños
 no se pierde el hacer bien .

  Esto construye en perfecto diálogo con las teorías neoestoicas cristianas. El monólogo demuestra que Segismundo duda de la autenticidad de lo que no había considerado sueño el día pasado en palacio. Por tanto, «la experiencia le enseña» que «el hombre que vive, sueña/ lo que es hasta despertar». En la economía del drama calderoniano, esta experiencia del engaño y el subsiguiente desengaño, constituyen los primeros pasos del aprendizaje del dominio de sus emociones, y la requerida prudencia.
  Motivo reiterado en la literatura moral y satírica del siglo xvii, el concepto de desengaño estaba íntimamente ligado a la teoría del conocimiento de los estoicos. En este discurso filosófico, representaba el paso en el que la mente, la razón, rechazaba las apariencias falaces de las cosas. Cervantes hace decir, por tanto, a Don Quijote en la aventura de las Cortes de la muerte.

  Vemos personificado el mismo Desengaño en figura alegórica, ya que será el nombre del viejo arrugado de «El mundo por dentro» de Quevedo, sátira compuesta hacia 1612 pero publicada con otros cuatro Sueños y discursos en 1627. Su función es reírse de la ingenuidad de un sujeto que se deja embaucar por los tipos y situaciones con los que se topa en la calle mayor del mundo, que se llama, dice, Hipocresía. Esta es la función que cumple el sueño mismo en la comedia calderoniana, con el que Segismundo aprende que el rey sólo sueña que es rey, que su poder y el aplauso que recibe es «prestado, en el viento escribe/ y en cenizas le convierte la muerte». Que el rico sólo sueña con su riqueza, y que en conclusión «todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende».


  Continuamos nuestra presentación diciendo que, la vida es una comedia decían los viejos estoicos, y así Epicteto; el mundo, un teatro; los hombres, representantes.

  La metáfora que relacionaba las imágenes oníricas con las escenas de una obra teatral era obviamente tópica, pero no por ello menos sugerente. La leemos en un temprano soneto amoroso de Góngora, que es, a la vez, imitación de una poesía de Torquato Tasso: «el sueño (autor de representaciones)/ en su teatro, sobre el viento armado,/ sombras suele vestir de bulto bello».

  Como habían enseñado Artemidoro y Macrobio, había que buscar el origen de esos sueños en los vanos pensamientos que angustiaban al hombre despierto y así lo afirmaba Góngora en el primer cuarteto.

  En La vida es sueño, la lección ética corona la trayectoria de Segismundo.


  Más aún, insiste, lo importante es obrar bien, que no debe perderse «ni aun entre sueños». Hasta el final de este tercer acto, Segismundo irá reiterando lo aprendido de su maestro, el sueño: sus temores y dudas, su voluntad de cambio.

  Entretanto, Segismundo reconoce que si la vida es ficción imaginada, tan breve que desaparece antes de que quien la vive se percate, puede afirmarse que es sueño, como también había declarado Quevedo.

  La vida es sueño, como sabemos, fue la comedia de Calderón que más ediciones, traducciones, refundiciones e imitaciones tuvo entre 1647 y 1781 en Alemania, los Países Bajos, Francia e Italia. Más allá de su evidente eficacia artística, parece plausible suponer que contribuyó asimismo a su popularidad el hecho de que la tópica sobre la que Calderón había construido su obra cifraba las inquietudes ideológicas de los hombres educados de aquellos tiempos.

  Concluyo estas reflexiones sobre la metáfora de La vida es sueño y sus reverberaciones neoestoicas, retornando a Borges, esta vez para citar unas frases pronunciadas en un ciclo de conferencias dedicadas a la imaginación onírica, una de sus obsesiones ideológicas. Borges permitió que se publicaran en una colección que llevaba el título Siete noches.

  Para el salvaje o para el niño los sueños son un episodio de la vigilia, para los poetas y los místicos no es imposible que toda la vigilia sea un sueño. Esto lo dice, de modo seco y lacónico, Calderón: «la vida es sueño». Y lo dice, ya con una imagen, Shakespeare: «estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños»; y espléndidamente, lo dice el poeta austríaco Walter von der Vogelweide, quien se pregunta (lo diré en mi mal alemán primero y luego en mi mejor español): «Ist es mei Leben geträumt oder ist es wahr?» «¿He soñado mi vida, o fue un sueño?». No está seguro.

domingo, 14 de abril de 2013

Playing for a change





    Hemos tenido la oportunidad de escuchar 4 canciones relacionadas con la iniciativa de, educar para el cambio y aprender de ellas, aprender mediante su interpretación, la que cada uno les ha dado y con ello, tal vez reflejamos, lo que cada uno quiere aprender. Debemos ser conscientes de que ese cambio del que habla  depende de todos y cada uno de nosotros, asumámoslo, podemos conseguir lo que queramos, pero como las canciones, al menos a mí, me han transmitido, debemos hacerlo, intentarlo, partiendo de una serie de pilares, de principios y compartiendo nuestra propia cultura e ideas. Esos pilares, al igual que las canciones, habrán sido interpretados de maneras muy diferentes y nos habrán llegado de maneras distintas. Cada canción, como cada persona aporta o puede aportar muchas cosas al mundo, no todas ellas serán las mismas. La diversidad de ideas, de conocimientos de maneras de ser… Aporta tal riqueza al mundo que debe considerarse como un tesoro, las diferencias, en parte mantienen esas ganas de vivir, de conocer, de crecer. Aspectos que en las canciones vemos reflejados; esperanza, alegría, fuerza, entusiasmo, emoción y por encima de todo cooperación y energía. Y tal vez quieran aportar exactamente eso; energía, para luchar. Cooperación, para hacerlo juntos. 
     Las canciones pueden hablarnos por si solas, el título ya lo hace; naturaleza, tranquilidad, esperanza, todo se repite, siempre es lo mismo, pero al fin y al cabo ese todo depende de nosotros. Tenemos la capacidad para conectar con nuestro mundo, aprovechémosla, demostremos que sabemos usarla, que somos capaces de superar obstáculos, de ir más allá, hasta donde deseemos, hasta donde nuestra imaginación, esperanza o fuerza, llegue, hasta donde la llevemos.